Todo experto en Marketing debe poder diferenciar entre publicidad y propaganda, dos conceptos que parecen sinónimos, pero no lo son en absoluto.
A pesar de que precisamente, por ello, en algunas ocasiones sean términos utilizados de manera errónea. En contextos en que se necesita usar un lenguaje especializado es importante distinguirlos.
¿En qué consiste la publicidad?
La publicidad tiene finalidad comercial y divulga sus anuncios a través de diferentes métodos y canales.
El objetivo de un buen publicista el es de crear anuncios llamativos para impactar al público utilizando medios de comunicación digitales, aunque a veces también tradicionales.
La finalidad de la publicidad es promover productos y servicios para conseguir que los potenciales clientes o compradores adquieran una marca.
Pero… ¿y la propaganda?
La propaganda no tiene fines comerciales. Su mensaje busca promover, fundamentalmente, una campaña de rasgo político, ideológico, religioso, doctrinario, etc.
El objetivo de la propaganda no es otro que el generar un impacto en el receptor, de modo que consiga modificar una opinión o conducta en cuanto a un asunto o tema determinado.
Un ejemplo claro de campaña de propaganda la vemos en las que hablan sobre el medio ambiente, la educación sexual, el consumo de drogas. Y obviamente las campañas de tipo político son la muestra más obvia, ya que intentan captar seguidores para una causa.
En España ha habido campañas de marketing de mucho éxito en el ámbito propagandístico, como las numerosas realizadas a lo largo de los años por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (F.A.D.) o la Dirección General de Tráfico para concienciar del peligro de las drogas y la carretera respectivamente.
Aunque el mejor ejemplo de que una campaña de propaganda no tiene por qué ser técnicamente buena, sino sólo tener muchos adeptos, es la que hacen nuestros partidos políticos últimamente. En este caso casi más que de propaganda podríamos hablar de secta…