Como otros muchos inventos, Post-it, las pegatinas adhesivas que llevamos viendo durante decenas de años es la historia de cómo un producto se transformó de fracaso a éxito. ¿La conoces?
Todo empezó en una veraniega mañana de finales de los setenta, con un joven Art Fry, un inventor estadounidense y con una mente bastante inquieta. Este buen señor trabajaba por aquel entonces en la empresa 3M, que seguro que os suena a muchos de vosotros.
De fracaso a éxito inesperado
Su trabajo a tiempo completo como químico en la empresa no le privaba de otra de sus grandes pasiones: cantar en un coro en la iglesia. Su afición no le impedía tener una cabeza de locos y solía perder el separador de páginas de su libro de cánticos.
Y hete aquí que se dijo para sí mismo: «este problema se arreglaría si tuviera a mi alcance una cinta de papel adhesivo que se pudiera despegar con facilidad, y que fuera lo suficientemente inofensivo como para no estropear las páginas del libro».